Hace frío en Asunción, tan inusual; y siendo de noche, lunes que pasa sin pena ni gloria como siempre.
Sin dinero en los bolsillos... ya no sé cómo continuar.
Sin lágrimas en los ojos, ya no sé cómo llorar
Sin sonrisa en la boca, ya no quiero recordar épocas felices. A veces solo no quiero existir. Son las 00:30 de la noche, hace frío. Nosé qué otra cosa pudiera reconfortarme de mis demonios, errores mierdas del pasado, fracasos, indecisión y soledad.
A veces me pregunto si fui tan buena persona como muchos conocidos piensan, capaz no fui simplemente mala persona, quizás simplemente no fui nada.
Y estoy cansando de todo, de los días, de las noches, de dormir y despertarme sin nada en las manos y en la cabeza.
Hace unos días encontré una foto mía de cuando era niño. Sentí pena por mi mismo, solía ser un niño muy triste, siempre pensando en que todo estaba mal, en que todo me salía mal, que nadie me quería realmente. A veces, hasta hoy en día sigo pensando lo mismo.
A veces solo quiero estar más solo que nunca, y escribir y escribir nada más, pero ni escribir se me da bien; lo único que se me da bien creo que es mirar a la nada y sentirme vacío duro y amargo.
Y mientras escribo todo este divague tristín, tengo la mínima esperanza de que algún poema lindo salga de todo este palabrerío. Tomo mi té de jengibre, mi tos no me deja concentrarme demasiado.
Tristín otra vez
somnolencia cósmica
más neurona llorona, quejosa;
besos secos y hojarascas
como amigos, en la heladera.
el invierno no sería el mismo
sin nuestras ganas de llorar por el pasado
o sin el espacio vacío de nuestras camas,
a la derecha o a la izquierda (o sea, el de su lado preferido...)
¿qué sería de esta noche fría
sin el calor de los abrazos del pasado
amarrados a la garganta casi pútrida?,
sería una heladera un poco más seca que mi alma.
No pega nada. Martes recién..., me digo
pero ¿qué diferencia habría?
el vacío muchas veces no tiene horarios
ni días preferidos..
o, pensándolo bien, si.